A medida que los jóvenes crecen, maduran, se van haciendo cada vez más independientes tanto emocionalmente como económicamente, empiezan a sentir la necesidad de salir de su casa. No necesariamente están huyendo su realidad ni evitando a sus padres, simplemente ha llegado el momento de salir, compartir sueños con una pareja, formar una familia o buscar mejores condiciones de vida, no sé, tu sabes. Sea cual sea la razón hay dudas que seguramente evitan que tomes la decisión.
¿Es el momento o no?
¿Y si todo sale mal?
¿Y si no soy capaz de enfrentar el costo?
¿Y si algo pasa?
Son dudas válidas, pero por más que nos sentemos a calcular todas las posibilidades no podemos predecir el futuro al 100%. Pero la decisión es tuya, nadie puede tomarla por tí.
Comprar una casa nueva no es comprar una camiseta, es uno de los pasos más grandes de tu vida, requiere un gran desembolso y a cambio recibes hacer un gran salto hacia tu nueva realidad, una sensación maravillosa que te permite continuar el crecimiento que llevas tiempo haciendo.
Con este crecimiento vienen nuevas responsabilidades que te obligarán a seguir creciendo, vas a sentir que ahora no hay nadie que se encargue de las tareas del día a día, cocinar, lavar la ropa, limpiar la casa, ir al súper. Tendrás que mantener las cuentas al día y encargarte del mantenimiento y reparaciones.
Luego está el aprender a conocerte. Estar solo por períodos prolongados de tiempo. Tienes más tiempo para practicar tu hobby favorito. Hay oportunidad de aprender a sentirte bien contigo y crear el espacio para conocer a la persona que te va a acompañar que potencie las cosas positivas que sientes, y con la que te sientes bien y con la que vas a hacer tus planes de vida y formar una familia.
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